jueves, 11 de junio de 2015

Alimentación después de hacer ejercicios

Todos sabemos que es saludable ejercitarnos: nos alarga la vida, mejora el humor, perfecciona nuestra figura, incrementa el deseo sexual, ahuyenta la tensión y beneficia nuestra productividad. Pero es probable que no lo hagamos a menudo o de manera correcta.

 Por lo general, quienes se animan a hacer ejercicios es porque quieren adelgazar. No lo consideran como un estilo de vida ni una herramienta para prevenir enfermedades. Pero lo cierto es que el ejercicio continuo –por supuesto acompañado de una buena alimentación– ayuda a mantenernos sanos y evitar males como la presión y el colesterol elevados, la osteoporosis y la depresión. Ejercitarse es una actividad que trabaja el cuerpo y la mente. ¿Por qué nos seguimos resistiendo a ella?

De nada sirve ejercitarse si no llevas una alimentación saludable.

Si deseas ser metódica, puedes acudir a un nutricionista para que calcule cuántas calorías necesitas consumir, de acuerdo con tu estilo de vida, tu actividad física, tu peso, tu talla y tu edad.

Una buena alimentación incluye todos los grupos de alimentos: carbohidratos, grasas y proteínas.

Lo más recomendable en una persona que hace ejercicios es comer tres comidas principales y dos meriendas (una a media mañana y otra a media tarde).

Para recargarte de energía, consume carbohidratos de absorción lenta como arroz integral, lentejas, garbanzos, trigo, maíz, soya o avena.

Es vital el consumo de proteínas para el buen estado de los músculos y las articulaciones. Son preferibles las carnes blancas como el pescado, la pavita o el pollo en lugar de las carnes rojas. También funcionan los enlatados como el atún conservado en aceite de oliva o agua, las menestras y los vegetales.

Lo ideal es tomar dos litros de agua, pero debes aumentar la cantidad 600 mililitros si tienes mucha actividad.

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