domingo, 15 de febrero de 2015

El misterio del hombre de Taured.

El misterio del hombre de Taured: ¿Realidades paralelas en Japón? 
A día de hoy, todavía no tenemos pruebas concluyentes de que existan universos paralelos. ¿Pero hemos de descartar por eso esta idea? Desde luego que no. Cerrar la mente es perder esa llave vital con la cual, abrir la cerradura de la posibilidad y del conocimiento; así que siempre es mejor ver estas cosas desde un punto de vista curioso. Mantener una mente abierta y ávida por conocer cualquier hecho casual, siempre será gratificante, a pesar de que, en ocasiones, muchas de las historias que leemos cada día, no sean más que simples leyendas urbanas. 


¿Fue tal vez la historia del hombre de Taured una leyenda urbana más? Es posible. Pero vale la pena conocerla. Es tan singular como inquietante, y estamos seguros de que al menos… Te hará pensar. Esperamos como siempre tus comentarios para enriquecernos un poco más entre todos. 

El hombre que llegó desde Taured 

Estamos en el aeropuerto de Tokio, en 1954. Una década sin duda difícil para este país y para el mundo. Aún estábamos recuperándonos de una guerra devastadora. Un momento histórico que se respiraba en nuevas ansias de superación, pero haciendo frente también, a unas sombras demasiado dolorosas. 

Tokio recibía diariamente cada vez más turistas internacionales, y eso se notaba en los aeropuertos, en las aduanas. Un buen signo de que el país iba por buen camino, que la economía se recuperaba. No sabemos qué día ni en qué mes sucedió esta historia, sólo conocemos el año y el escenario: la zona de inspección de pasaporte en el aeropuerto de Tokio. 


El día avanzaba con normalidad, con la calma de siempre. Hasta que llegó el momento en que la autoridad competente en la zona de inspección, tuvo que comprobar el pasaporte de un hombre cualquiera. Un hombre alto y con sombrero que ofreció su identificación con total naturalidad. Cuando le cogieron el pasaporte, no terminaban de creer lo que estaban viendo. Aquel hombre venía de un país llamado “Taured”. 

¿Cómo podía ser? Tal vez era una broma, una broma muy estúpida que obligó llamar a las autoridades. El pasaporte era real, completamente auténtico. En vista de lo particular del caso, llevaron a aquel extraño a una sala de interrogatorios. Y el asombro, fue ascendiendo por momentos… 

La extrañeza no provenía sólo de las autoridades niponas, sino también por parte del ciudadano de Taured. Afirmaba no entender qué estaba ocurriendo. Él venía de Taured, una ciudad europea sobradamente conocida. ¿Cómo es que los japoneses no conocían Taured? Para darles más pruebas les enseñó sus monedas. Llevaba un gran billetero donde traía billetes y monedas de curso legal en Europa. Esa “Europa” desde donde venía nuestro desconocido. 


Poco a poco el extraño empezó a enfadarse. No entendía qué estaba ocurriendo. Él visitaba regularmente Japón, hacía ya cinco años que trabajaba en una filial de una multinacional y eran muy habituales sus viajes a Tokio. Y jamás había tenido problema alguno. Hablaba japonés perfectamente, además de varios idiomas más. Aportó más pruebas: su licencia de conducir, la reserva del hotel donde iba a hospedarse, un talonario y los contratos de su filial. Las autoridades japonesas llamaron a esa empresa donde decía trabajar. Y sí, la empresa existía. Pero no tenían a ningún empleado con ese nombre, y aún menos de “Taured”. 

La licencia de conducir era válida. Pero evidentemente, estaba emitida desde Taured. El hotel también existía, pero no tenían ninguna reserva a su nombre. Y en cuanto al banco donde estaba asociado ese talonario, no existía. Aquello era una locura. Lo mantuvieron en las dependencias del aeropuerto 8 horas para después, pasarlo a comisaria. Allí, se decidió que lo mejor era mantenerlo detenido para investigar su caso con más profundidad. Lo llevaron hasta un hotel con vigilancia asignándole, además, unos policías para cuidar que no saliera de la habitación. 


Llegado este punto ya puedes imaginar lo que ocurrió después. El desconocido de Taured cenó en la habitación que le habían dado, el servicio recogió los platos esa noche, pero al día siguiente, cuando entraron a buscarlo, había desaparecido. No estaba. Ni rastro. Nada. “El hombre que nunca existió” se esfumó de la nada en una habitación de hotel, dejando sin palabras a las autoridades niponas.

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