viernes, 20 de febrero de 2015

Como caer bien

¿Qué hace que una persona caiga bien? Muchos dirán que su atractivo, su inteligencia o por ser sociables. Tres características que, seamos sinceros, se tienen o no se tienen: vienen en nuestros genes. Pero quien no tenga una de ellas, que no desespere. Porque ninguna de ellas es clave para conseguir agradar a los demás. Existen otras trece hábitos que sí pueden aprenderse y perfeccionarse para poder resultar de lo más seductor. 





Al menos, eso es lo que concluye un estudio llevado a cabo por la universidad californiana de UCLA. En él, se evaluaba 500 adjetivos y se pidió a los participantes que hicieran una lista con los que ellos consideraban claves para que una persona consiguiera crearles una sensación positiva. El podio lo formaron los términos “sinceridad”, “transparencia” y “capacidad para entender a otra persona”, tres características que con práctica, cualquiera puede poner en práctica. 



Para ser más precisos incluso, la revista Forbes ha elaborado una lista con los 13 hábitos que ponen en práctica las personas que tienden a gustar mucho. Ya sea en relaciones de amistad, o laborales, esta actitudes pueden ser de lo más útiles a la hora de causar una gran impresión. 


Preguntan 
Casi todos estamos pendientes de lo que vamos o no vamos a decir, pero solo las personas más abiertas están más interesadas en lo que los demás dicen. Y la mejor manera de demostrarlo es preguntar. Con las interrogaciones podremos demostrar que estamos realmente escuchando lo que nos dicen. Si además somos capaces de entender y mostrar que comprendemos lo que estamos escuchando, tendremos el trabajo hecho. 

Se separan de sus móviles 
Si estamos mirando el móvil mientras otra persona nos está hablando, estaremos mostrando una alarmante falta de interés en la conversación. Así que en nuestra época hay que seguir una norma básica de educación: nada de móvil mientras estemos hablando con otra persona. 

Son auténticos 
Cuando una persona se siente a gusto consigo misma, no necesita fingir que es alguien más. Y esa seguridad, esa autenticidad, es percibida por los demás y apreciada. Ellos saben cómo va a reaccionar en todo momento una persona auténtica, así que se contagiarán de esa sensación de seguridad y la persona les gustará automáticamente. 

No juzgan a los demás 
Tener una mente abierta y poseer unos esquemas mentales flexibles son características necesarias para poder entender a los demás. Nadie quiere tener una conversación con alguien que ya tiene una idea fija en su cabeza y no se baja del burro. En el trabajo, esta actitud es fundamental: supone estar abierto a nuevas ideas y a negociar, para conseguir soluciones. 

No buscan ser el centro de atención 
Las personas que más simpatía despiertan son las que menos importantes se creen. Para gustar, es mejor acercarse a otra persona con naturalidad e interesarse por ella, no intentar apabullarla demandando atención y pidiendo elogios o reconocimiento. 

Son constantes 
Cuando alguien se acerca a una persona y sabe lo que puede esperar de ella en todo momento, confiará en ella. Y si lo que espera es positivo, le agradará sobremanera. Por eso los más carismáticos siempre son constantes con sus acciones y emociones. No permiten que un cambio de humor o un mal día haga que den una mala respuesta o que hagan su trabajo mal. 


Usan su lenguaje corporal 
Mirar a los ojos, sonreír, no cruzarse de brazos, acercarse a sus interlocutores pero no apabullarles invadiendo su espacio personal… Los más agradables suelen usar su comunicación no verbal de manera positiva. 

Causan una gran primera impresión 
Conocer a alguien por primera vez puede ser una situación algo tensa, pero si la sabemos manejar con soltura, podremos ganar mucho con esa persona. Algunos investigadores aseguran que los 7 primeros segundos de una conversación con alguien nuevo son fundamentales. Es en ese momento cuando los interlocutores se hacen una idea de cómo es la otra persona. Para causar una grata primera impresión, es fundamental dar un buen apretón de manos, mirar a los ojos, sonreír, mantenerse erguido y hablar con un tono de voz seguro. 

Saludan a las personas por su nombre 
Un pequeño toque de educación que siempre gusta. Saludar con el nombre de la persona que vemos siempre genera una respuesta más positiva que un simple ‘hola’. Y no solo eso, también cuando se dirigen a alguien utilizan su nombre. Con ello transmiten interés y atención. Pero tampoco hay que pasarse: si decimos el nombre de alguien cada vez que empezamos una frase conseguiremos el efecto contrario. 

Sonríen 
Las personas felices y alegres resultan más atractivas y simpáticas que los taciturnos. Sin sonreímos a alguien que nos está hablando, estaremos generando un clima positivo. 

Saben cuando contar sus secretos 
Contar un problema personal en el momento adecuado estrecha los vínculos con nuestro interlocutor. Pero cuidado, hay que hacerlo en el momento adecuado y en las dosis justas, si nos pasamos podemos parecer quejicas. 

Saben cuando tocar y cuando no tocar 
Un beso, un apretón de manos, un abrazo o una palmada en la espalda en el momento justo pueden refrendar y estrechar una relación. Pero también pueden ser percibidos como gestos poco auténticos. Solo hazlos cuando veas que la otra persona se siente segura (y tú también). 

Mantienen un equilibrio entre pasión y diversión 
En el trabajo, no están absorbidos por las tareas. Saben levantar la vista y hablar con sus compañeros. Pero no cotillean o no utilizan lugares comunes: recuerdan lo que han hablado con ellos y se interesan por sus problemas y vivencias.

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